miércoles, 27 de octubre de 2010

Maquiavelianismo

El "realismo político", hilo rojo y persistente de todos los modos del pensar político, puede presentarse bajo ópticas diferentes. Así, en el contexto de la política ideológica o ideologizada contemporánea, el realismo político aparece como un modo de pensar antiideológico, a lo que ya hacía referencia Raymond Aron en sus libros sobre El opio de los intelectuales y los Ensayos sobre las libertades. En este sentido, el realismo político, actitud que caracteriza a una cierta familia de espíritu, desde el Kautylia (s. IV. a. C.) a Carl Schmitt (s. XX), desenmascara la política misoneísta que quiere realizar el socialismo, el liberalismo y tantas otras ideologías, representaciones parciales o falsas de la realidad.
Prudentia, grabado de Peter Brueghel el Viejo
Del mismo modo, el realismo político, que supone el primado de la observación sobre las consideraciones moralistas de la acción política, viene a ser otro nombre del maquiavelianismo. Maquiavelo no era maquiavelista, pues de haberlo sido no hubiese escrito El príncipe, sino un tratado de moral. El maquiavelianismo no es simulación, ni siquera disimulo, sino una aceptación de la política como es, no como nos gustaría que fuera.
Finalmente, el realismo político puede asimilarse con el punto de vista político. Hay en política una forma singular de acceder a los fenómenos políticos y proceder entre ellos en la que tiene gran peso el sentido de la vista, tal vez uno de los sentidos más políticos. Tener ojo, facultad de previsión resulta fundamental en política. La previsión tiene ciertos límites, marcados por el horizonte histórico, lo que obliga a la prudencia. La predicción, en cambio, como recordaba Freund, tiene otra naturaleza distinta, pues se puede hablar de cualquier cosa, dejando a un lado toda reserva.