miércoles, 6 de octubre de 2010

Don Rodrigo: inolvidable maestro de la minerva murciana


Rodrigo Fernández-Carvajal nació en Gijón en 1924 y murió en Madrid en 1997. Estudió Derecho y Ciencias políticas y económicas. Obtuvo el grado de doctor en 1955 con una tesis sobre El historicismo jurídico en España (1700-1850). Técnico de la Administración Civil del Estado con destino en el Ministerio de Educación desde 1950, fue partidario de una renovación pedagógica nacional que juzgaba urgente. Javier Conde, cuyo magisterio le marcó profundamente, le encargó en 1955 un curso sobre la ciencia del Derecho político en el Instituto de Estudios Políticos, al que se había incorporado como colaborador unos años antes de la mano de Fernando Mª Castiella. Aunque su vocación intelectual original fue la filosofía jurídica, la abandonó entonces para cultivar el Derecho político.
Catedrático de esta disciplina en Murcia desde 1958, nunca se separó de su universidad provincial, ni siquiera después de su jubilación en 1989, adelantada por las reformas educativas de esa década y que él sintió, lo mismo que tantos maestros de su generación, como una verdadera depuración intelectual. Nunca ambicionó las cátedras de Madrid, ateniéndose siempre al lema de su juventud: «La Universidad española no se recobrará hasta que se entierre en provincias una generación entera de catedráticos jóvenes» [revista Alférez, mayo de 1948]. En la figura intelectual de Fernández-Carvajal aparece trenzado lo mejor de las promociones universitarias de la postguerra: la máxima autodisciplina, la mayor exigencia científica y el amor a la universidad, entendida como empresa de elevación nacional. Su obra, escrita con una prosa diáfana que busca siempre el concepto, se proyectó en tres direcciones fundamentales y complementarias, realización ejemplar del programa de renovación de los saberes jurídicos y políticos que, apoyado en la filosofía de Zubiri y Ortega, desplegó la Escuela española de Derecho político (1935-1969): la historiografía política jurídica, el Derecho político y constitucional y la Ciencia política.
Sus primeros trabajos versaron sobre la historia del pensamiento político jurídico español, con contribuciones tan notables como una exposición sistemática del mismo abarcadora de los años 1808 a 1902 [El pensamiento español en el siglo XIX, 2003]; también son dignos de mencionarse sus estudios sobre Saavedra Fajardo, Donoso Cortés y Federico de Castro. Cultivó además la historiografía política constitucional, disciplina auxiliar del Derecho político en la que incursionó con dos textos inéditos: Síntesis de historia constitucional de España [1972] e Historia y sistema de las formas políticas [ca. 1979]. Como jurista político, Fernández-Carvajal entendió el Derecho político en el sentido enciclopédico característicamente hispánico. Sin embargo, no por ello dejó de reconocer la necesidad de un Derecho constitucional o doctrina exegética del Derecho político positivo, de la que careció la constitución de 1876 y que apenas si pudieron elaborar los «juristas de Estado» de la II República. Profundamente realista, Fernández-Carvajal abordó como jusconstitucionalista el corpus de las Leyes fundamentales del Régimen de Franco, tarea que acometió casi en solitario por considerarla, ante todo, un imperativo deontológico, una obligación, en suma, a la que no cabía oponer la abusada eximente del «Estado sin constitución». El fruto de todos esos cuidados intelectuales se encuentra recogido en su tratado La constitución española (1969), el libro más importante en su género del periodo constitucional al que puso principio el Decreto de 29 de septiembre de 1936 y que se desenvuelve, con algunas rectificaciones, hasta la novación constituyente de la Ley para la Reforma política de 1977. En las páginas es este monumento del pensamiento jurídico político español se define el Régimen del 18 de julio como una «Dictadura constituyente de desarrollo», quedando caracterizada la magistratura del General Franco como una concentración ad personam del poder constituyente, autolimitada a lo largo de los años hasta quedar este último en la posición del «león dormido», según la metáfora inglesa. Por último, el conjunto de las Leyes fundamentales es equiparado tipológicamente a las constituciones y cartas otorgadas, aunque en el caso español, excepcional en el constitucionalismo europeo de la II postguerra, no existiese un texto único y sistemático.
Fernández-Carvajal trató también con gran originalidad los aspectos fundamentales de la Ciencia política [El lugar de la Ciencia política, 1981], entroncando este saber con la rehabilitación de la filosofía práctica que ya había tenido lugar en otros países europeos.
En 1995 ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas con un bello discurso sobre Sabiduría y ciencias del hombre.