sábado, 9 de octubre de 2010

La política, imperativo histórico

Lo político pertenece al ser, mientras que la política se desvela en el hacer del hombre en la historia. De ahí que lo verdaderamente trascendental de la afirmación clásica, desde Aristóteles, sobre la socialidad o politicidad naturales del animal-hombre no sea la naturalidad de esa condición agregativa, sino el tener que ser gregario. Esto mismo decía en 1957 Javier Conde, fino ingenio político autor de un pequeño clásico contemporáneo de la ciencia política: El hombre, animal político.
Lo político como esencia es insuperable en un sentido trascendental, de ahí la fuerza de los presupuestos mando-obediencia, público-privado y amigo-enemigo. Sin embargo, la política es, por así decirlo, el resultado de la libertad del hombre, que somete la dynamis politiké o potencia política, actualizándola por tanto, a una serie muy diversa de acotaciones y límites. Ello da lugar a las instituciones políticas, entendidas estas en un sentido amplio. También, para utilizar la terminología de Simmel, a innumerables formas de socialización (Vergesellschaftung). Una de esas formas superiores de socialización política es el Estado, forma política que se confunde con la Modernidad. (Carl Schmitt solía hablar en este sentido epocal de Staatlichkeit).

Fotografía: Javier Conde (Burgos, 1908-Bonn, 1975).