lunes, 4 de octubre de 2010

El conflicto: la sociología del antagonismo de Georg Simmel

En “La cocina de Heráclito”, artículo de Eugenio Montes publicado en un folletón de El Sol (19 de julio de 1931), se dice que con Georg Simmel “la Sociología pasa de ser un Rastro a ser una ciencia”. A pesar de su casticismo, este discutible modo de epitomar raya literariamente a la altura del sociólogo, filósofo y ensayista nacido en Berlín en 1858 y muerto en Estrasburgo en 1918, pocos meses antes del final de la Gran guerra: “Rastro era, colmado de abigarradísimos residuos de objetos –carcomidos de puro viejos la mayoría–, expulsados a golpe de escoba de todas aquella disciplinas que, en oposición a las de la naturaleza, han solido llamarse morales. Problemas emigrantes, se habían posado en bandadas promiscuas sobre el alcor recién tendido. Temas mal avenidos con sus vecinos poblaban en confusión la ciudad abierta, protegida por todas las franquicias. En una olla podrida se mezclaran todas las ciencias históricas, psicológicas, normativas, y se le pusiera a la olla una etiqueta: Sociología”.
Simmel, de genio penetrante e inquieto, discurrió sobre las más variadas parcelas de la vida cotidiana: el erotismo y la coquetería, el amor y la muerte, la moda, la pobreza, el marco, el puente y la puerta, etcétera. Urgido por la diversidad de la vida y la movilidad del espíritu, su actitud es lo que a veces denominó “metafísica como vida”. Su obra tiene, además de una inagotable riqueza temática, un sello esteticista que le distingue de los otros padres fundadores de la sociología (Durkheim, Mead, Weber, Worms). Lo mismo que sus lecciones como Privatdozent, que seguramente le hicieron el objeto de envidias y le malmetieron con el mundo universitario de Berlín, impidiéndole alcanzar la cátedra allí y forzándole a trasladarse a Estrasburgo, en donde fue nombrado catedrático de sociología con más de cincuenta años. Acusado de diletante por la pedantería erudita, la supuesta mundanidad y llaneza de muchos de sus escritos es en realidad todo lo contrario a la impremeditación. Desde luego, la sociología y la filosofía de Simmel no son algo que se improvise.

Del prólogo de J. Molina ("Georg Simmel, anticipador de la polemología") a la nueva traducción de El conflicto, de G. Simmel (Sequitur, Madrid 2010).