lunes, 3 de octubre de 2011

Tres pasajes sobre el enemigo

Mt, 5, 44:
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos.

Carl Schmitt, El concepto de la política (trad. esp. de Javier Conde; recogido en Estudios políticos. Cultura Española, Madrid 1941, p. 117):
El conocido pasaje de la Biblia, "amad a vuestros enemigos" (San Mateo, 5, 44 y San Lucas, 6, 27), reza así: diligite inimicos vestros, pero no diligite hostes vestros; no se refiere al enemigo político. Por lo demás, que yo sepa, durante la milenaria lucha entre el Cristianismo y el Islam, a ningún cristiano se le ha ocurrido, movido por su amor a los sarracenos o a los turcos, que debiera entregarse Europa al Islam, en vez de defenderla. El enemigo en sentido político no tiene por qué ser odiado en la esfera privada y personal y solamente en esa esfera tiene sentido que se ame a su enemigo, es decir, al adversario. El supradicho pasaje de la Biblia no afecta a la contraposición política. Y lo que en modo alguno dice es que los enemigos políticos de un pueblo deban ser tenidos por amigos políticos y defendidos contra el propio pueblo.

Álvaro d'Ors, Papeles del oficio univesitario. Rialp, Madrid 1961,  pp. 16-17:
Mi paso del servicio de las armas al servicio de la universidad se produjo sin una sensible mutación de actitud espiritual: como continuidad de patriotismo, una virtud de la que estoy decidido a no avergonzarme, y que nuestros enemigos, aun los más valientes, no tenían, ni siquiera invocaban; podían hablar de nacionalismos, pero de patriotismo, no. Tampoco hay que avergonzarse de llamarles enemigos, pues una cosa es que hay que amarlos, lo que cristianamente observo, y otra muy distinta que se deban confundir con los amigos, para lo que no encuentro ningún texto en el Evangelio. Es claro que en el Cielo no habrá tales diferencias, pero tampoco habrá allí matrimonio, con ser un sacramento magno; ni fe.